La historia de la fragancia.

Un atardecer de aquel caluroso verano del 2018, cuando el calor del día se desvanecía, salí al jardín y, al instante, me llegó un aroma de hierba caliente recién cortada que provenía del campo de cereales que tenía enfrente. Época de siega, época de calima. El sol empezaba a ponerse al son de una melódica serenata de diversas y distintas voces de los innumerables pájaros que celebraban el fin del bochornoso día. El sol se ponía dejando, en el cielo de la majestuosa montaña de Montserrat, un color rojizo.  

Con la puesta del sol, la vida se congeló por un instante, los pájaros dejaron de cantar pero, pronto, de nuevo, las luciérnagas y los mosquitos llenaron de vida aquel momento. Aquel olor, en aquellos momentos, me llenó, lo sentí profundo, cerré los ojos disfrutándolo, sin testigos,  desplazando toda la fatiga acumulada del día. Fue como si me llenara de energía vital, me dio fuerza, me refrescó los pensamientos y me hizo sentir feliz.

Recordaba aquel olor, pero el verano pasó y aquel aroma comenzó a disolverse. Cada día se debilitaba más y más hasta que, finalmente, se evaporó con las primeras lluvias de otoño. Fue entonces cuando decidí recuperarlo para mí. Lo dividí en notas y lo fui combinando hasta encontrarlo y guardarlo, para siempre, en un frasco. Ahora, esta fragancia, es, también, suya.
De Mia Sala, con amor.

Composicion:
Aceite de jojoba y mezcla de aceites esenciales: albahaca, neroli, ylang-ylang, salvia, lavanda, geranio, menta, melisa, manzanilla, palmosa, bergamota, sándalo, pachulí.  

100% producto natural.